Una vez que la invasión noxiana fue contenida, el Maestro Yi decidió aislarse del mundo. Durante años entrenó de sol a sol, sin hablar con nadie y negándose a escuchar las palabras con las que sus compatriotas jonios intentaban consolarlo. Lo único que le quitaba de la cabeza la idea de volver a luchar contra Noxus era su determinación por mantener vivo el Wuju. Aunque la sangre le hervía de pura impaciencia, su furia le sirvió para perfeccionar su Wuju, pues llegó a desarrollar técnicas aún más letales para la venganza que habría de llevar a cabo. Lo único que le interesaba eran las noticias de la formación de la Liga, así como el ingreso de Noxus en la misma. El Maestro Yi ofrece ahora su dominio de la espada a la Liga de Leyendas, con un propósito inquebrantable: vengar a sus parientes y poner fin de una vez por todas a los actos depredadores de los noxianos.
“El arte del Wuju pervive en él para atravesar el corazón de sus enemigos”.
-- Soraka, hija de las estrellas.
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