Pero un día, sin previo aviso, se abrió una fisura dimensional y fue invocado para atravesar el cosmos hasta el mundo de Runaterra. La transición fue dolorosa y terrorífica, ya que se vio arrancado de la canción de su gente y del monolito; cosas que habían estado siempre presentes en su vida desde el día en que nació. Estalló de rabia, atrapado en el círculo de invocación, mientras aquellos que lo habían llamado hacían su petición. Runaterra era un mundo que había sido casi consumido por su falta de armonía. Era un mundo que necesitaba campeones para poder poner fin al caos. La criatura de roca había sido invocada para tal fin, para que les ayudase en su misión. Superando su propio miedo y temor, Malphite pudo ver que se trataba de un objetivo respetable, uno en el que podría participar; tal vez, fuese el único en el que podría ayudar. Ahora, como parte de la Liga de Leyendas, machaca a los que intentan perturbar el avance de Valoran hacia el orden, y se centra especialmente en quienes esgrimen magias caóticas. Desgraciadamente, Malphite también ha empezado a cambiar. Se ha visto obligado a afrontar su profunda soledad dentro de la intensa individualidad que reina en el mundo.
¡Cuidado, súbditos del caos! Ha llegado el fragmento del Monolito.
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