Su magia se ha filtrado en el fermento de sus creaciones, y Gragas ya lleva consumida una cantidad suficiente de su propio veneno como para saciar la sed de todo un ejército. Este alcohol arcano lo ha hecho crecer tanto en altura como en perímetro: se alza amenazadoramente sobre el más alto de los hombres y se extiende casi el doble de su anchura. Como complemento a su desmesurado tamaño, Gragas ha desarrollado un humor insoportable que se ha ido alimentando con el licor y la magia pura. Sus ocasionales estancias en Noxus en busca de provisiones siempre acontecen de la misma forma: entra en una taberna noxiana, se mete en varias peleas, deja sin sentido a innumerables ciudadanos y finalmente huye hacia las faldas de la montaña con los guardias noxianos persiguiéndole furiosos (pero nada contentos). Sus desventuras lo han hecho merecedor de la atención de varios invocadores de la Liga de Leyendas, y ahora es un solícito campeón en los campos de batalla... repartiendo alcohol y puños de acero.
El camorrista deja un rastro de la destrucción tradicional de un borracho, tanto dentro como fuera de los Campos de la Justicia.
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