Los encantadores colores y aromas de Runaterra embriagaron a Kog’Maw, y exploró los frutos de ese mundo extraño de la única forma que sabía: devorándolos. Al principio sólo probó de la flora y la fauna que encontró a su paso. Sin embargo, al atravesar las Llanuras de la Tempestad, se topó con una tribu nómada. Ajeno al parecer a las leyes de la Física, Kog’Maw consumió tanto a los nómadas como los obstáculos que pusieron en su camino, a pesar de que sumaban varias veces su propia masa y volumen. Las más serenas de sus víctimas tal vez tuviesen tiempo de pensar si era debido a las enzimas cáusticas que goteaban de sus fauces y horadaban la tierra, antes de que sus reflexiones terminasen de una forma tan abrupta como sus propias vidas. Cuando su catastrófica estela llegó a la Academia de la Guerra, un entusiasta Malzahar lo recibió con una propuesta tentadora: saborear lo mejor de Runaterra... en los Campos de la Justicia.
''Si sólo está hambriento, no quisiera verlo enfadado''.
-- Tryndamere, rey bárbaro.
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