
Un día, un general demaciano llamado Florin Berell le encargó a Blomgrun que forjara un yelmo, el más imponente que jamás se hubiera puesto ningún guerrero. Blomgrun se entregó a la tarea, decidido a entregarle a Florin su obra más lograda. Dejó que fuera Poppy quien colocara la joya central, de manera que le confió la pieza más importante. Cuando hubieron terminado, partieron hacia Demacia para entregar la obra en persona. Sin embargo, el encargo del general había llegado a oídos del Alto Mando Noxiano, de manera que Noxus envió a dos asesinos para que interceptaran la entrega. Blomgrun logró distraerlos el tiempo suficiente para que Poppy escapara con el preciado yelmo. Entre los arbustos vio impotente cómo daban muerte a su padre. En lugar de correr a casa, siguió adelante y llevó ella sola el yelmo hasta Demacia. Se negó a aceptar recompensa alguna, pues decía que ni todo el dinero del mundo podría compensarla por la pérdida de su padre. Así, hizo entrega del yelmo a modo de regalo, en honor a la última voluntad de su progenitor. Florin observó la adusta determinación de los ojos empañados en lágrimas de la joven y pidió a los dirigentes de Ciudad de Bandle que nombraran a Poppy embajadora de los Yordles en Demacia. Poco después, pensando en aplastar Noxus con el martillo de su padre, Poppy se presentó voluntaria a la Liga de Leyendas.
Aunque Poppy sea pequeña, no lo son ni Whomper ni su voluntad.
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