Lo que empezó como una guerra, pronto se convirtió en un exterminio. Los soldados noxianos siguieron a las terribles máquinas de guerra zaunitas por los campos de muerte. No era el glorioso combate para el que había entrenado Riven. Cumplió con las órdenes de sus superiores, acabando con los restos de un enemigo vencido y fracturado con extremos prejuicios. A medida que avanzaba la invasión, se hizo evidente que la sociedad jonia no sería reformada, sino simplemente eliminada. Durante un enfrentamiento amargo, la unidad de Riven se vio rodeada por las fuerzas jonias. Pidieron ayuda cuando el enemigo se acercaba, rodeándolos. Pero lo que recibieron fue una andanada de terror bioquímico lanzada por Singed. Riven observó mientras, a su alrededor, jonios y noxianos por igual eran víctimas de un destino de un horror inenarrable. Consiguió escapar al bombardeo, aunque no pudo borrar el recuerdo. En Noxus la dieron por muerta, lo cual ella consideró una oportunidad para volver a empezar. Destrozó su espada, cortando sus lazos con el pasado, y vagó en un exilo autoimpuesto, una aventura en búsqueda de la expiación y un modo de salvar la visión noxiana pura en la que creía.
martes, 9 de octubre de 2012
RIVEN, la Desterrada
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