Cuando Viktor volvió a aparecer, no quedaba ni rastro del hombre que algún día fue. No sólo había sustituido la mayor parte de su anatomía, sino que su personalidad también había cambiado. Su antigua esperanza de mejorar la sociedad se vio reemplazada por una obsesión a la que dio en llamar ''la gloriosa evolución''. Se veía a sí mismo como el mecenas y el pionero del futuro de Valoran, un futuro en el que el hombre renunciaría a la carne en pos de disfrutar de grandes mejoras hextech. Aunque los primeros intentos de Viktor fueron acogidos con un gran escepticismo, los científicos estaban perplejos ante lo sofisticado de su maquinaria. Al integrar su mente con artefactos tecmatúrgicos, había sido capaz de acelerar drásticamente los avances de su investigación. Su transformación había servido para librarse de lo que él consideraba sus debilidades emocionales, pero aun así perduraba un pequeño residuo de resentimiento contra el profesor. Viktor se unió a la Liga de Leyendas para poner a prueba sus invenciones contra los mejores oponentes que Valoran le podía ofrecer y para corregir toda debilidad o problemas de eficacia que perdurasen.
''Por un lado, la tecmaturgia es una herramienta. Por otro lado, es una liberación”.
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