Liberado de la carne y los huesos, Xerath tenía un poder casi infinito a sus órdenes. Sin embargo, tras este ritual caótico los magos de Shurima temieron que semejante falta de respeto hacia la vida pudiese traer la perdición al reino. Tras un enfrentamiento terrible, redujeron a Xerath, pero no pudieron acabar con su forma ascendida. En vez de eso, lo atraparon dentro de un sarcófago encantado y lo sellaron en una tumba subterránea. Pasaron eones, las civilizaciones florecieron y cayeron, y el encarcelamiento de Xerath cayó en el olvido. Durante siglos, el vasto poder de Xerath se centró en destrozar el sarcófago y fue debilitando su hechizo. Por fin, logró realizar un ataque mágico que destrozó su prisión, pero su núcleo mantenía intacto, conteniendo a Xerath y su poder dentro de sus pedazos rotos. Buscando librarse de esta molestia, se acercó a la magia de los nexos de Valoran y descubrió que podía absorber su poder. Pero los nexos tenían guardianes: unos míseros magos conocidos como invocadores. Xerath sabía que la llave hacia la auténtica libertad de su prisión residía en ganarse su confianza, así que le ofreció su poder a la Liga de Leyendas.
''No necesito vengarme. El tiempo ha acabado con los magos de Shurima y sólo yo sigo aquí”.
-- Xerath, mago ascendente
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